lunes, 1 de junio de 2009

Y la energía nuclear, ¿por qué no?

Los temas del cambo climático y del futuro energético del país están básicamente ausentes de las campañas electorales de quienes aspiran a llegar a San Lázaro. Claro, está la campaña del Partido Verde, que quizá piense que contribuye a combatir el calentamiento global matando a los secuestradores pero, fuera de esa propuesta un tanto indirecta, no hay nada en su agenda como para tomarlo en serio, incluidas las propuestas de que el gobierno nos pague todo sin mencionar nunca el tema fiscal. El PRI menciona de pasada el fortalecimiento de Pemex, promesa difícil de creer después de la reforma tibia de la paraestatal y que, por otra parte, ignora que una mayor quema de hidrocarburos contribuye al calentamiento global.

El presidente Calderón se ha comprometido con un programa que reduzca a la mitad las emisiones de gases invernadero para mediados de siglo, pero no hay congruencia entre esta meta y las decisiones planeadas para el sector energético en la próxima década. En el Programa de Obras e Inversiones del Sector Eléctrico 2009-2018, se habla de un aumento en la capacidad instalada eléctrica, para servicio público, de 18 GW. La mayor parte de la energía que se generaría con estas inversiones contribuiría con la generación de gases de invernadero, incluidos unos 2 GW de carboelectricidad y 9 GW que requieren quema de hidrocarburos. Se planean 3 GW de energías limpias (geotermia, eólica e hidroeléctricas) y 2.3 GW cubiertos por un manto de misterio, para 2018 (es decir dentro de dos elecciones presidenciales) y se insinúa la posibilidad de recurrir a más carboeléctricas o nucleares.

Con un crecimiento anual de la demanda de electricidad de 3.3%, es imposible cumplir la meta de reducción de gases que contribuyen al calentamiento global si no se recurre a la energía nuclear, que no contribuye al efecto invernadero. Las “limpias”, como la hidroelectricidad, la solar, la geotermia o la eólica, tienen serias limitantes para aumentar su participación en la mezcla de energías que requerimos. Para el caso de la hidroelectricidad hay un potencial limitado, no sólo porque la mayoría de los grandes ríos ya están aprovechados, sino porque hay un creciente malestar de las comunidades, que se ven desplazadas por la inundación de sus tierras y alteraciones ecológicas causadas por el represamiento de los ríos. Sólo hay un potencial para obras hidroeléctricas de pequeño y mediano porte. Para el caso de las energías eólica y solar, contribuyen a soluciones muy acotadas regionalmente y son extremadamente ineficientes y caras, defectos que se olvidan porque se trata de casos políticamente correctos. La energía nuclear no sólo no genera gases de invernadero sino que es muy eficiente, al tratarse de una forma de energía muy concentrada. Un kilo de uranio proporciona diez millones más energía que uno de carbón o un litro de petróleo.

La razón nos la explicó Albert Einstein al descubrir la equivalencia de la masa y la energía, E=mc2, es decir, la energía es igual a la masa multiplicada por la velocidad de la luz, c, al cuadrado. En la fisión nuclear, un átomo muy pesado pero inestable se parte o fisiona por el núcleo al ser bombardeado por un neutrón. Si usted sumara lo que pesaban ese átomo y el neutrón antes de la colisión y compara ese peso con el de los productos resultantes de esa fisión del núcleo del uranio o del plutonio, encontrará que una parte de la masa aparentemente desapareció o se perdió después de la colisión. En realidad, esa pérdida se transforma en energía, al seguir la ecuación que acabamos de mencionar y que incluye un término muy grande, la velocidad de la luz c, que al vacío se calcula en 300, 000 km/seg y Einstein nos pide que vaya al cuadrado. Una cantidad aparentemente pequeñísima de masa, se convierte muy eficientemente en energía.

El mundo utiliza la energía nuclear en forma pacífica desde hace más de 50 años. Países como Francia la usan en forma mayoritaria en su matriz energética y los argumentos de grupos ambientalistas, especialmente por los accidentes de Three Mile Island, Pensilvania, y Chernobyl, Rusia, se han revelado algo catastrofistas. En el primero funcionaron bien los sistemas de seguridad y en el exterior de la planta había menos radioactividad que en la cabina de un avión volando a 10 km de altura. El otro causó la muerte de unas 40 personas, se desplazó a más de 100 mil vecinos y un aumento probable de casos de cáncer, nunca hubiera sucedido en Occidente porque la entonces URSS no seguía las normas de seguridad indispensables. Por ejemplo, un edificio de contención, la barrera que impide la salida de radiaciones.

Para no repetir la experiencia de llegar tarde a soluciones tecnológicas sustantivas, comencemos a examinar, sin prejuicios y con apertura, la energía nuclear, un preámbulo necesario a la energía del futuro, la basada en el hidrógeno.

Países como Francia la usan en forma mayoritaria en su matriz energética.

ceciliasotog@gmail.com

Tomado de CEMDA

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